viernes, 20 de febrero de 2015

In medio virtus

A propósito de la salud, vemos a menudo el tema como si se tratase de un dilema: Medicina o enfermedad. Medicamentos, o placer. Y esa no es la cuestión.




Se dice que hay un dilema cuando ante nosotros se presentan dos opciones igualmente agradables o igualmente desagradables. 

Sin embargo hay una forma inteligente de afrontar los dilemas: evitarlos, es decir, reformular la pregunta de manera que existan más que esas dos opciones negativas.
A esto en ocasiones se le llama pensamiento lateral y consiste en imaginar soluciones alternativas que eviten al mismo tiempo los dos efectos desagradables que nos ofrecían las dos opciones inicialmente planteadas. Hay infinitas situaciones en las que esto se  nos presenta a diario,  y de hecho la capacidad de encontrar soluciones alternativas a las dilemáticas es lo que nos distingue como personas maduras y lo que les falta a las personas impulsivas, dramáticas o rígidas.
Pongo un ejemplo de cine. En la película Speed, al protagonista le plantean un dilema: un secuestrador sujeta a un rehén y pide un rescate y una vía de escape. Si se lo dan, el secuestrador escapará, y si no se lo dan el rehén puede morir. ¿Qué hacer? En este caso el joven policía da una solución alternativa: disparar en la pierna al rehén para, no cediendo a las pretensiones del secuestrador, impedir asimismo que puede llevarse el rehén, que ya no puede caminar.

En otro orden de autoridad y sabiduría, tenemos ese famoso término medio virtuoso del que nos hablaba Aristóteles,  invitándonos a buscarlo entre los extremos.

En el caso del tabaco los extremos están claros: por un lado, si seguimos fumando tenemos las consecuencias de salud, consecuencias económicas, la presión social, la molestia y riesgo de salud causadas a los fumadores pasivos... Por otro lado, si dejamos de fumar tenemos por delante los días de abstinencia, las semanas de añoranza y un número indeterminado de años en los que sentiremos que echamos algo en falta.

Yo antes fumaba, y ahora no. Tengo claro que seguiré cuidando de mi salud. Ya sé que idealmente podría no consumir nada de nicotina, ya, y podría hacer una hora de ejercicio al día, y evitar las carnes y la sal, y cambiarme de ciudad, y dejar la polución, y … tantas cosas. Pero bueno, entre una sacralización de la salud con la que no quiero comulgar, y la toma de sustancias claramente tóxicas, me quedo con un sano término medio: ir más o menos cuidándome, pero también ir más o menos disfrutando de las cosas buenas de la vida. Y a mí me gusta la nicotina, me gusta ese aumento de dopamina que me produce cada vez que fumo después de un tiempo de abstinencia, me gusta este carrusel en el que me metí hace 20 años y que viene ser tan agradable como comer con hambre o abrigarse cuando uno tiene frío.

Y en último término no habrá que olvidar el cigarrillo electrónico es un medio, no un fin en sí mismo. Durante estos meses ha ocupado en mi vida más tiempo que el de meramente consumidor, ya que me he puesto a reunir información y escribir un blog específico sobre el tema, pero la vida sigue y es mucho más variada que este campo.


El cigarrillo electrónico será sólo uno más de esos pequeños placeres que la acompañan y la hacen más dulce.





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