miércoles, 4 de febrero de 2015

La tiranía de la abundancia

Vivimos una sociedad de consumo. Es un tópico, pero es cierto. Ante nosotros se ofrece a diario un abanico surtido de objetos y servicios que prometen llenar una parte de nuestras vidas, pero que en su conjunto la saturan y desplazan aquellas otras realidades no tan “comprables” que han formado parte intrínseca de quienes somos a lo largo del tiempo, hasta quedar en esta época ahogadas en la abundancia.

¿Y por qué tanta variedad? En el fondo, la variedad de productos está más basada en la necesidad de los distintos fabricantes de diferenciarse que en la necesidad de los consumidores de objetos variados.

Aprovechan, eso sí, una circunstancia muy humana que en estos tiempos hemos llevado hasta el extremo: la necesidad de compararnos para, en unos casos, marcar la diferencia, y en otros, reducir dichas diferencias e integrarnos por mímesis.

En realidad el comportamiento humano normal es satisfacedor: cuando algo funciona, se toma y punto (esto ha sido así en todas las culturas primitivas y aún hoy en los países en vías de desarrollo). Sin embargo, esta era de la publicidad desaforada nos genera una sensación subjetiva de necesidad de cambio, y eso da lugar a un comportamiento optimizador: buscar desesperadamente aquello aún mejor que lo que ya tenemos, en una carrera sin final.

Aquí podéis ver la entrevista de Eduard Punset a Barry Schwartz, el autor de Por qué más es menos. La tiranía de la abundancia. Altamente recomendable.

Y para esta época de anuncios de revoluciones, un recuerdo a las pequeñas revoluciones, que son las que valen. Aquí enlazo a la canción que tiene una de las mejores frases que he oído jamás.

No sabes cuánto de subversivo vive en una sonrisa que no quiere comprar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario