jueves, 2 de abril de 2015

Educando: niños como árboles

Este blog pretende ser proactivo, no meramente crítico. Hace poco señalaba que creo que es un error anfetaminizar la infancia, pero eso vale de poco si no escribo algo sobre lo que sí creo que hay que dar a los niños...

Por eso, voy a poner aquí una sencilla analogía, a modo de fórmula, que luego permitirá deducir cosas más complejas.

Ahí va:

Educar es parecido a plantar un arbol joven.




Hay que hundir sus raíces en tierra nutritiva, rica en vida potencial por haber albergado vida en el pasado, apretando luego bien esa tierra para que al crecer no se caiga el árbol. Hay que regarlo, inicialmente nosotros, pero idealmente dejar que el ritmo natural de lluvias lo vaya haciendo también por nosotros. Y hay que ponerlo en un lugar luminoso, pero sin dejar que un exceso de sol lo agoste. Un buen truco si el lugar es tropical es plantarlo junto a árboles más grandes que le den algo de sombra. No hay que apretar su tronco, ni sus ramas, ni sus flores, pero sí hay que recortar alguna vez alguna punta si se ha estropeado. Conviene inicialmente protegerlo de algunos depredadores (al principio se lo pueden comer entero) o parásitos que le puedan enfermar cuando crece. No hay que impedir, sin embargo, que se le acerquen seres vivos que busquen ser comensales, o que establezcan con él relaciones de mutuo enriquecimiento (simbiosis), ya que estos pueden ayudarle frente a los parásitos.

Si hacemos todo lo anterior, el árbol dará frutos, desprenderá buen aroma con sus flores, susurrará canciones de brisa serena o bailará con canciones de viento fuerte, según los días. Te dará sombra, te acogerá cuando quieras visitarlo, y en unos años, a sus pies, crecerán nuevos árboles...






Y ahora, si quieres, traducimos la poesía:

El árbol jóven es el niño ya nacido. La tierra nutritiva es una comunidad patria, con sus riquezas materiales y culturales, y apretar bien la tierra significa nutrir las necesidades básicas (alimento, refugio, descanso, seguridad) y transmitir con firmeza los principios básicos de esa riqueza cultural. Regar significa cuidar, amar, y hablar, en esa lengua de madres que hablan, lengua materna, y dejar que le riegue la lluvia significa que otras personas le hablen, y le cuiden, y le quieran, con el ritmo natural de las lluvias. La luz es el conocimiento: tiene que llegarle, abundante, pero sin quemar. Hoy abunda la información, y algunas son tan intensas que lo prudente es que algunos adultos (padres, profesores) hagan cierta sombra, al menos hasta que la persona haya crecido lo suficiente (esté a su altura) para recibirla sin quemarse... Apretar el tronco o las flores es poner mil normitas rígidas y exasperantes, camino perfecto para lograr niños inhibidos, o naturalmente "rebeldes" y entonces etiquetados de "malos", o astutos y "cumplidores", y para agotar la paciencia de padres y profesores, haciendo que a veces descuiden la firmeza debida en lo básico, en las raíces, o la necesidad de regar (cuidar, amar, hablar). Recortar alguna punta estropeada es actuar cuando ocurra, ya que siempre ocurre, que alguna rama crece mal: se señala con tranquilidad que eso (la ramita, no el árbol) no es sano, y se quita. Ejemplo de ramitas: cierta tendencia a distraerse, cierta impulsividad al reaccionar, cierto exceso de autoconfianza, cierta inseguridad, cierta falta al respeto debido a lo respetable, cierta grosería o falta de gusto, cierta inconstancia en lo importante, cierto exceso de avidez por la comida o el sueño... Sabiendo que hay miles de maneras sanas de que crezca un árbol, y que lo que distingue lo sano de lo que no lo es es la armonía interna y con el entorno, o sea que no hay una "cantidad sana" estandard de casi nada.  Proteger de depredadores es eso: no dejar nunca al alcance de los pocos (pero reales) malnacidos que podrían depredar al niño. Y los parásitos son eso: los miles de pequeños mordiscos de tiempo, dinero, energía y afecto que le van a intentar robar personas u objetos que no lo merecen (consumismos, aparatitos, malos amigos, vicios varios no graves, etc...). Los seres vivos comensales o simbióticos son esas buenas compañías, o aficiones, que le ayudan mejor que cualquier "manual" a saciar necesidades más elevadas (pertenencia, reconocimiento, realización, desarrollo personal) y que con su fuerza de lo auténtico repelen sin esfuerzo a depredadores y parásitos.

Lo que tendremos si hacemos todo lo anterior, te lo dejo a ti para que disfrutes traduciéndolo...


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