lunes, 29 de junio de 2015

Entendiendo la esquizofrenia



No me gusta la palabra esquizofrenia. A los pacientes tampoco. Y a los japoneses tampoco (la cambiaron hace unos años). Entiendo que hace falta una palabra para describir lo que ocurre cuando alguien desarrolla ese conjunto de síntomas y déficits, y a falta de otras, la empleo en los informes. Pero creo que ha hecho bastante daño.

La palabra suena mal, para empezar. Está llena de estigma, para seguir, y por si fuera poco, induce a error, haciendo creer que el paciente tiene roto algo (la mente).


Esa aparente ruptura mental (esquizo es roto en griego), es en realidad un fenómeno natural. Al igual que las personas con esquizofrenia, cualquiera de nosotros tiene dos mentes (y tres cerebros, como explico aquí, de los cuales uno, el mesolímbico, no es propiamente mental porque no "mentaliza" y únicamente sirve de asiento a nuestra parte instintiva: emociones, deseos primarios, etc...).  Lo que ocurre es que, quienes podemos armonizar ambas mentes, no escuchamos nuestro pensamiento, ni vivimos la autoría del mismo como algo ajeno. Mantenemos activo y a buen rendimiento el esfuerzo (intuyo que colinérgico y serotoninérgico cortical y dopaminérgico mesocortical) que hace falta para armonizar lo producido y sentido por nuestros dos hemisferios, y para inhibir las numerosas ocasiones en que la realidad pragmática, fría, lógica (de logos), civilizada, artificial, ambivalente y cuadriculada se contrapone a la "idealidad" teórica, cálida, natural, espiritual, directa, continuamente alusiva y redondeada...


Es cualquier mente, por tanto, la que sufre ese proceso "esquizo", y lo hará con más intensidad cuanto más alejada esté la realidad de lo ideal (sociedad esquizogénica), y cuanto más hipersensible (o incapaz de inhibir dicha esquizogénesis) sea la mente de la persona (aquí juegan un papel importante los genes, intuyo, con cierta cercanía entre la sensibilidad esquizofrénica, la artística y la bipolar...)

Y aquí creo que está la clave a uno de los grandes interrogantes de la psiquiatría: ¿por qué no se encuentran descripciones médicas en textos antiguos de una enfermedad que, hoy en día, afecta tanto a tanta gente? Hay que recordar que sí se han encontrado descripciones de las depresiones, de los estados maníacos, y de otros cuadros psiquiátricos...

Hummm.


Creo que la clave está en entender que la esquizofrenia es la suma de tres fenómenos

1. Una particular forma cerebral de procesar (e integrar) la producción mental


2. Una sociedad cada vez más hostil hacia los fenómenos mentales sensibles, y más disociada e insensible, obligando a sus ciudadanos a tomar como natural lo artificial (mira esta entrada)


3. Un mal enfoque psicofarmacológico, que merma capacidades cognitivas de modo brutal, y poco rehabilitador, que crea profecías autocumplidas de minusvalía e incapacidad...


Creo francamente que personas diagnosticables de esquizofrenia hoy, vivieron hace muchos siglos una vida integrada en sus clanes (siendo los que hablaban con los espíritus, y tomando algunas hierbas cuando su sensibilidad especial les quitaba demasiada paz...), o integrada con la naturaleza (imagino que muchos de los "vagamundos" o ermitaños, o eremitas, buscaban huir del "mundanal ruido" por las mismas razones que hoy lo hacen millones de psicóticos en sus habitaciones solitarias...),  e incluso en monasterios (es sorprendente cuántas similitudes hay entre una buena unidad de rehabilitación y un monasterio: horarios predecibles, un "equipo directivo" con autoridad, normas básicas de convivencia con especial hincapié en la no violencia y en hablar "suave", mucha "oración" en soliloquios, y en grupo..., cantos, comida frugal, muchos paseos, lecturas que llenaban el cerebro ideal de contenidos ideales religiosos o filosóficos, tareas sencillas de orden, limpieza, jardinería, cocina, etc...).


¿Y qué es, entonces, desde el punto de vista neurofisiológico, la esquizofrenia?

De momento una hipótesis que me resulta coherente es la siguiente:

A. La esquizofrenia es un déficit primario de la actividad cortical prefrontal que armoniza el cerebro imaginativo (no dominante) con el cerebro lógico (dominante, de palabra/logos). Eso hace sentir que "otro" habla en él, o que "otro" le piensa. Supongo que dicho déficit es en realidad una insuficiencia relativa, es decir, que se podrá producir bien por hipersensibilidad del cerebro dominante (el que procesa lógicamente), o por hiperproducción del cerebro no dominante (el que genera infinidad de pensamientos inconscientes), o por genuino déficit del mecanismo de armonización de ambos.


B. Ocurre que, una vez sentida con intensidad dicha "esquizoidía", secundariamente, hay una activación inespecífica mesolímbica (mediada por dopamina) que induce ese estado inespecífico autorreferencial y angustioso. Digo inespecífico porque ese tercer cerebro mesolímbico se puede poner en "modo paranoide" por multitud de circunstancias: agonistas catecolaminérgicos como la cocaína, situaciones vitales persecutorias, episodios anímicos de hiper o hipotimia... y, sí, también como respuesta a la perplejidad de sentir "dos mentes" en nuestra mente. 

C. Esa activación mesolímbica induce indirectamente una actividad imaginativa de la corteza no dominante, dando una especie de "pesadillas lúcidas" de tipo delirante alucinatorio (el sujeto produce palabras mentales amenazantes u ominosas, dota de significados amenazantes cualquier ligera variación de estímulos olfativos, propioceptivos, auditivos o visuales...), y se crea un círculo vicioso, ya que las "historias" que su cerebro imaginativo le va narrando como reales, activan aún más su cerebro mesolímbico... 



D. Creo que, sin tratamiento, en algunos casos se llegaba a situaciones de absoluta disociación. Pero creo que los excesos de bloqueo dopaminérgico (que buscan parar el círculo vicioso anterior mediante el embotamiento del nivel de alerta mesolímbico) son también muy dañinos, por tres razones: 

1. Producen una elevada carga de apatía, desinterés por el entorno, aislamiento... que aleja al sujeto de la salud (mira este enlace)

2. Produce un sufrimiento físico (contracturas, temblores) que a veces motiva uso de anticolinérgicos (mermando aún más las facultades cognitivas) y otras, un indeseable apetito por hipersaturar las necesidades más básicas (sobrealimentación, hipersomnia...). Intuyo que los pacientes, además de paseos y música (para aliviar tensión), intentan aliviar esos síntomas con lo que tienen a mano nicotina (como estimulante cognitivo, aunque al precio de dañar su salud si la consumen en forma de tabaco), cafeína y alimentos salados (para tratar la hipotensión psíquica y física, pero al precio de propiciar hipertensión o ansiedad...), cannabis (para sentir un rato de alegría, al precio de descompensar su estabilidad clínica), alcohol (para aliviar la dureza de las autocríticas, al precio de descompensar su autocontrol...), cocaína (para sentirse vigorosos por unas horas, al precio de descompensar su estabilidad anímica o de inducir paranoias...). 

3. Producen una neuroadaptación reactiva, consistente en que, si el sistema mesolímbico detecta bloqueo de sus señales de dopamina, y produce aún más, con lo que si se retira bruscamente el tratamiento, aparece un "efecto rebote" paranoide y exaltado. 



¿Entonces, la esquizofrenia no existe? Claro que existe, hombre, pero no en un sentido aristotélico de tener o no tener. Existe el conjunto de factores que antes explicaba, y que al confluir en algunas personas, puede producir ese impacto tan notable que todos conocemos. 

¿Y los tipos de esquizofrenia?


Pues creo que sólo hay cuatro: 


1. Esquizofrenia "pura" bien diagnosticada y tratada (paranoide, con alucinaciones auditivas, olfativas, cenestésicas, automatismo mental, etc...). Llamada de modo redundante "paranoide".


2. Esquizofrenia bien diagnosticada y mal tratada (tan poco controlada o tan sobremedicada que la persona sufre un deterioro psicosocial grave más allá de sus delirios, y a eso se le llama "residual", en otro de esos feos epítetos que jamás se tendrían que aplicar ni por asomo a una persona, aunque en este caso se justifique que se aplica a "los síntomas"...)


3. Esquizofrenia mal diagnosticada y mal tratada: estados paranoides de otra causa (tóxicos, personalidad, afectivos mayores/bipolares) tratadas en exclusiva con antipsicóticos, con el lógico rechazo a esa monoterapia por parte de los pacientes. Como el psiquiatra no se aclara, le llamará paranoide, acertando en el apellido, o indiferenciada, si no sabe filiarla, o simple, en curiosa rima con lo simplón del diagnóstico, o catatónica al no tratar un posible episodio depresivo mayor catatoniforme, o por tratar en exceso con neurolépticos hasta producir catatonía.


4. Esquizofrenia incompletamente diagnosticada, al obviar otros factores que, añadidos, completan la enfermedad de una persona concreta (fluctuaciones de ánimo que darán un trastorno esquizoafectivo, hipersensibilidades hacia lo minucioso que darán un cuadro esquizoobsesivo, rasgos de personalidad previos que enturbiarán el pronóstico...).


¿Cómo tratar, entonces, a las personas con esquizofrenia? Bueno, aquí remito a estas tres entradas:


a) Cómo tratar bien a cualquier paciente


b) Motivando a los pacientes graves y crónicos

c) Qué hacer si tu familiar está diagnosticado de esquizofrenia


Y dos apuntes finales.

El primero, personal: llevo quince años tratando pacientes con esquizofrenia, y de ellos, los ocho últimos conviviendo a diario con un grupo de entre 20 y 30. Tengo que decir que la experiencia ha sido mayoritariamente un contacto diario con personas de elevada calidad humana, bondad, bonhomía, sencillez, sabiduría, sobriedad, buen humor, paciencia y, en definitiva, una primitiva y ancestral cordura casi, casi, angelical. Hay excepciones, por supuesto, pero en esos casos ocurría que la persona estaba patológicamente descontrolada, o patológicamente abotargada. Y ambas cosas tuvieron remedio...

El segundo, una invitación a la investigación: cuando Flemming descubrió la penicilina, su "genialidad" consistió en no tirar a la basura los cultivos de bacterias que se "estropeaban" con el hongo Penicillium. Me pregunto si no estamos tirando a la basura la valiosa información que los pacientes nos dan sobre cómo les gusta que les traten: el 90% quiere tomar menos antipsicótico, y el 90% quiere tomar nicotina. Intuyo que no es casual que, de los cientos de pacientes psicóticos graves que he visto, los seis más refractarios incluso al Leponex (Álvaro, JuanPe, Juan Carlos, Julio, Fabricio, Diego A...) eran, cosa rara en esquizofrenia, NO FUMADORES. ¿Investigará alguien sobre el papel de la nicotina en la esquizofrenia? Pista: la nicotina no es patentable...


miércoles, 24 de junio de 2015

La rabia



Un día de estos quiero hacer un pequeño inventario de las emociones humanas, relacionando cada una, a modo de señal, con esa dirección de lo deseable (o su opuesto) que nos indican.

Hoy quiero hablar de una de esas emociones que con frecuencia encontramos en nuestros pacientes, o en nosotros mismos, y que sin embargo tendemos a bloquear sistemáticamente, por temor a sus consecuencias.


Hablo de la rabia. 




Lo característico de dicha emoción es la mezcla de dolor y elevada tensión psíquica. Creo que la tensión psíquica sube cuando algo que merecía estar entero se rompe (y lo roto duele, como una herida, como el corazón cuando una muerte inesperada nos separa de alguien muy querido). 



Esquemáticamente, diría que en el caso de la rabia ese dolor tenso tiene que ver con la Justicia, o mejor dicho, con la percepción de la falta de ella. En función de si esa injusticia percibida se debe a un equivocado sentido de la misma, o a una verdadera e indignante INJUSTICIA, podemos distinguir dos tipos de rabia:


1. La enfermiza: la rabieta, esa que sienten los niños mimados, o los adultos ególatras cuando la realidad les devuelve a su verdadero ser, bajándoles de su pedestal de mentiras...


2. La genuina, esa que, citando al maestro Rodriguez, nos llega algunos días al contemplar el mundo herido, y sentir que podría ser mucho más justo, (dejo enlace a la canción)


"la rabia simple del hombre silvestre, 
la rabia bomba —la rabia de muerte—, 
la rabia imperio asesino de niños, 
la rabia se me ha podrido el cariño, 
la rabia madre por dios tengo frío, 
la rabia es mío, eso es mío, sólo mío, 
la rabia bebo pero no me mojo, 
la rabia miedo a perder el manojo, 
la rabia hijo zapato de tierra, 
la rabia dame o te hago la guerra, 
la rabia todo tiene su momento, 
la rabia el grito se lo lleva el viento, 
la rabia el oro sobre la conciencia, 
la rabia —coño— paciencia paciencia... 


Y esa que sentían ante la muerte absurda de sus compañeros los mineros de la canción de Victor Manuel , especialmente ése, "el más fiero", que "por no irse al patrón, llora en el suelo..."






Y luego está la emoción contraria a la rabia, la paz, que a su vez tiene dos formas


1. La enfermiza, también llamada indiferencia, del que pasa de largo frente a la injusticia porque no va con él, y al que Brecht dedicó su famoso mensaje , y Jesús de Nazareth algunas de sus frases mas duras (sí, imagino que él sentía rabia a menudo, de la buena, como en el templo al verlo convertido en mercadillo...) sólo superadas por sus frases contra los ególatras adictos a las riquezas, contra los desesperados en la verdad bondad y belleza de sus almas, y contra los que herían o corrompían (hoy diríamos pederastas) las almas de los niños (natación con piedra de molino al cuello, prescribía para estos...)



2. La paz que no es indiferente. Es la del que, tras la indignación, respira hondo, actúa, vuelve a respirar hondo, y sigue con sus afanes próximos...

La que sentimos, por ejemplo, quienes sabemos cuántos millones de vidas se salvarían apoyando al cigarrillo electrónico, vemos lo injusto del ataque al que ha sido sometido, y transformamos esa rabia en blogs como éste o éste . O quienes sabemos cuánto tiene que cambiar la psiquiatría, y transformamos esa rabia en blogs como éste o éste...



¿Y qué hacer con la rabia, suponiendo que la sentimos y no la bloqueamos?

Frente a ese dolor de algo que se rompe, la reacción más natural y primitiva es causar dolor (dañar al débil, afear lo admirable, robar lo complementario, o herir lo igual, como a sí mismo), como haría un animal herido que reparte dentelladas, o un ciudadano tratado injustamente que se toma la justicia por su mano (mira la película Relatos Salvajes...)

Pero hay formas más sanas de reaccionar: 

Está la forma inteligente, la de quien recibe dolor y decide buscar amor (busca autocompensarse, tratarse bien, olvidar, perdonar, no seguir extendiendo dolor a otros, ni condenarse a ese frío alimento de la venganza...). 

Y está la forma heroica, admirable, la de quien recibe dolor y decide crear amor, como Aurora Beltrán, mi paisana de Tahúres Zurdos, que cuando se sentía herida y rota, usaba ese dolor para crear canciones de amor... Esa manera de manejar la rabia dándole la vuelta, como esos hombres buenos que, otra vez en palabras de Brecht, son imprescindibles... y que al ver el mundo roto, tratan de arreglarlo.








martes, 23 de junio de 2015

Cómo dejar la medicación









He oído cientos de veces una expresión que, al menos en parte, suscribo: "Doctor, yo es que soy antipastillas". Y digo que lo suscribo porque de entrada, y en un mundo ideal, tendríamos que poder arreglar los dolores del alma de un modo natural

Pero soy realista, y la realidad también lo es, y una y otra vez nos recuerda que, dejando la medicación "a lo loco", a menudo se entra en espirales de reaparición de daño psíquico, o de urgencias, o de ingresos involuntarios...

Entiendo que la medicación es un complemento artificial que, como la ropa, las gafas de sol, los zapatos, los antihistamínicos, etc... a veces no tenemos más remedio que utilizar para que el mundo no hiera nuestra sensibilidad. Y que dicho complemento, en ocasiones, deja de ser necesario, y puede venir bien tomar la iniciativa para dejarlo (de hecho, una gran mayoría de pacientes va a dejar la medicación por su cuenta varias veces en su vida). 

Por eso, para que dicha iniciativa pueda llevarse a cabo de un modo prudente y efectivo, dejo aquí un breve apunte sobre...

Cómo dejar la medicación ( o reducirla al mínimo eficaz)


1. Nunca por tu cuentaLa psiquiatría incluye estados en que, por una emoción muy intensa, uno no es buen capitán de sí mismo. El sentido común se busca en común.


2. Imprime la hoja de psiquiatría en dos minutos, a modo de breve esquema diagnóstico.


3. Imprime lo de cómo tratar bien a cualquier paciente a modo de guía básica de enfoque terapéutico.


4. Imprime lo del librillo de psicofarmacología, a modo de complemento de lo anterior.


5. Vete a tu psiquiatra de confianza y dile serenamente: "me gustaría saber dónde estoy en el esquema diagnóstico" (le muestras el primer artículo), "y acercarme a esto" (la breve guía terapéutica), "usando lo mínimo de esto" (y le enseñas lo del librillo). 


6. Dale tiempo, dile que comprendes que le choque que un paciente le dé información escrita. Pero dile que comprenda que es lógico que te preocupes de tu salud, y que es prudente hacerlo yendo al medico. Dile que quieres ayudarle a que te ayude, con objeto de reducir todo lo posible los medicamentos que no sean imprescindibles. Si te dice que más bien sí,  pues poco a poco, al ritmo que veáis. 

7. Si te dice que más bien no, que de tu medicación ya se ocupa él "y punto", no te enfades. Estás ante un psiquiatra endiosado, pobre, no ha entendido el núcleo de su trabajo. Quizá, hijo de estos tiempos confusos, confunde aliviar con medicar, o autoridad con autoritarismo, o no ha desarrollado el buen arte de tratar a los demás como nos gustaría que nos tratasen... Pero eso nos puede pasar a todos alguna vez. Ya madurará. Dale la mano amablemente, y al salir, acércate al mostrador para pedir el impreso de cambio de psiquiatra...

viernes, 19 de junio de 2015

Arreglando el mundo








Es una frase hecha que, cuando gente con cierto conocimiento y decididos a hablar sin tapujos se ponen a hablar, arreglan el mundo

Personalmente lo he vivido muchas veces en charlas con buenos amigos (de hecho, a la vuelta, mi mujer me suele preguntar si ya hemos arreglado el mundo, y yo le suelo decir que un poco sí...).

Lo he vivido también en carreras de taxi que eran cursos acelerados de mundología (las verdades del barquero, que serían los equivalentes a los actuales taxistas: profesionales que compartían unos minutos de charla interesante con muchas personas, en un contexto en el que, por lo pequeño del espacio compartido, toca hablar de algo, y por la poca familiaridad que tienen conductor y conducido, ese algo suele ser un "lugar común"). Incluso lo he vivido en entrevistas a pacientes psicóticos productivos que eran lecciones impagables de geopolítica, metafísica, teología, o antropología jungiana (a veces descritas por médicos poco doctos como ideas pseudocientíficas, pseudofilosóficas, pseudomísticas, pseudoconspiranoicas y demás jergafasia pseudopsicopatológica...). 

La sabiduría popular ha detectado la intuición y la experiencia de cuánto de verdad hay en esas reflexiones de las personas poco encorsetadas por lo políticamente correcto (lo que la vida en polis nos ha hecho tener que inhibir...). Esa sabiduría es la que explica ese ánimo que se da a los niños para que dibujen soluciones, o esa clásica estampa del parroquiano acodado en la barra del bar mientras predica con voz aguardentosa la solución a los defectos de su país, o de su equipo de fútbol. Y en esa sabia sentencia que dice que los locos, los borrachos y los niños dicen la verdad... 

Así pues, voy a hacer una breve reflexión al respecto, en forma de instrucciones para arreglar el mundo. Aunque quien quiera, puede escucharlo con música y voz de Michael Jackson.

1. Nunca intentes arreglar el mundo a solas, ni sigas a iluminados que lo pretendan: el sentido común se busca en común.

2. Escucha las verdades de niños, locos y borrachos, pero no las sigas al pie de la letra: intuyen verdades puras, pero les falta templanza realista. Les falta un Sancho Panza.

3. Lo que no esté roto, no lo arregles. Para detectar eso, en general, lo entero nos hace felices, y lo roto, nos rompe por dentro (salvo a los desalmados, que les causa risa sardónica...)

4. Sigue la ley del mínimo esfuerzo (no confundir con la pereza o tibieza): lo verdadero, bueno y bello, es atractivo per se.

5. Sueña mucho, y sueña despierto, pero recuerda que los sueños sólo marcan direcciones: son como el senado, que da sentido y sensibilidad, pero que luego deja paso al parlamento, para que hablen y pongan lógica.

6. Nunca corrijas un error con otro error. Evolución sí, revolución no. Que la solución no implique dañar. De hecho, si los piensas en paz, implica justo lo contrario: amar.

7. Céntrate en lo deseable, no en las mil y un maneras en que las cosas no se han de hacer.

8. Recuerda que muchos sabios nos han dicho que lo sencillo funciona mejor (Ockam, Siddarta, Cristo, San Francisco, Amancio Ortega, Steve Jobs, la naturaleza...).

9. Reúnete con tus semejantes en talentos, para hacerlos crecer, y con tus complementarios en talentos, para que siempre haya ojos que saben ver lo que otros no saben.

10. Antes de arreglar lo lejano, arregla lo cercano (tú mismo, y tus próximos).

miércoles, 17 de junio de 2015

Versos cantables de psiquiatría

Aquí dejo una selección de poemas que, con acordes sencillos, se convirtieron en canciones para algunas de las fiestas de familias que organizamos en la Unidad. Las grandes verdades se entienden mejor con metáforas, se aprenden mejor con rimas, y apetecen más si se cantan en grupo...







Versos 1: Haciendo oir mi voz

Versos 2: Montañas

Versos 3: Soneto a los que luchan por la vida

Versos 4: Libertad

Versos 5: Felicidad

Versos 6: Me sobran los motivos

Versos 7: Integrados

Versos 8: Gracias

martes, 16 de junio de 2015

Versos cantables de psiquiatría 7







INTEGRADOS

A veces no soy como me veis ahora
tengo mis momentos no tan sonriente,
un ojo guiñándole al otro que llora
y un par de complejos que escondo a la gente.

 Me canso deprisa si no me acompañan,
 no siempre confío en buenas intenciones,
 a veces me asusto, siento que me engañan...
 Prefiero buscar que escuchar soluciones.

 Soy multipolar, trato de ser templado,
 adicto a soñar con los ojos abiertos,
 cuando no me entero, me siento apartado,
 cuando me levantan me animo y despierto
 
(TODOS)

CON TU COMPAÑÍA Y MIS INVITACIONES

PONEMOS ABRIGO A LOS MALOS MOMENTOS

TÚ ME DAS ALIENTO, YO TE DOY CANCIONES,

QUE HAGAN UNA BRISA CON LOS MALOS VIENTOS

  
SABEMOS QUE HAY LUZ MÁS ALLÁ DE LAS SOMBRAS

SABEMOS SUMARNOS SIENDO DIFERENTES

SABRÉ QUE ERES TÚ SI AL MIRARME ME NOMBRAS

SABRÁS QUE SOY YO SI AL MIRARTE ME SIENTES



A veces no somos como ahora nos ves,
a veces se tiñe de oscura esta lente,
momentos que andamos todos a la vez,
momentos de remo contra la corriente.

Hablamos de más cuando no nos callamos.
Queremos de menos si estamos dolidos.
Sabemos seguir cuando nos tropezamos.
Sabemos volver cuando estamos perdidos.

Tenemos aromas, tenemos raíces,
tenemos la norma de aquella manera,
tenemos carácter, tenemos matices
queremos el mundo puesto por montera

(TODOS)

LLEVAMOS EL RITMO EN TANTOS CORAZONES

NO NOS RENDIREMOS Y ESO ES LO QUE CUENTA

SI TE FALTAN GANAS YO TE DOY RAZONES

SÓLO SE EQUIVOCAN LOS QUE NO LO INTENTAN


BUSCAMOS LA PAZ EN MEDIO DE ESTA GUERRA

SEGUIMOS LA ESTRELLA DE UN SUEÑO LEJANO

Y SI EL CIELO A VECES NO LLEGA A LA TIERRA

EN EL HORIZONTE SE DARÁN LA MANO...



viernes, 12 de junio de 2015

Concentrarse

Hoy quiero aprovechar una entrada que escribí hace un par de meses sobre los tres cerebros que coexisten en nosotros (quien quiera verlo en detalle puede pinchar en este enlace). Quiero recordar aquí que en síntesis esos tres cerebros (nombrados de distintas maneras por distintos autores o culturas) vienen a ser:

nuestra parte animal instintiva 

nuestra mente racional, lógica, consciente 

nuestra mente espiritual/idealista/ética


Pues bien: vamos a suponer que esos tres cerebros son como círculos, y que cuando hablamos de centrarnos nos referimos a que los tres círculos tengan un mismo centro (es decir tengan un mismo foco de atención).





Me recuerda al cuento de Michael Ende en el qué narraba cómo unos exploradores contrataban los servicios de porteadores indígenas para una marcha que se calculaba de cinco días de duración. Resultaba en el cuento que la marcha se hacía a un ritmo mayor del previsto, pero que el tercer día los porteadores se detenían durante toda una jornada, sin dar explicaciones. Al término de la marcha, que efectivamente había durado cinco días gracias al parón anterior, los exploradores preguntaban al jefe de los indígenas por la razón de la detención de éstos, y el jefe, con esa sabiduría ancestral que da la vida en la naturaleza y en la comunidad, les contestaba: es que habíamos ido demasiado rápido y teníamos que esperar a nuestras almas...




Si lo entendemos así, podemos ver diversas maneras de centrarnos, y por contra diversas situaciones que van a hacer difícil que nos centremos.

Para centrarnos de modo pasivo basta con que:


1. Que nuestro foco de atención sea atractivo para los tres cerebros (como puede ser nuestra persona amada, o un asunto interesante que los llena) 


2. Que nuestros tres cerebros estén masivamente activados o masivamente enlentecidos (los neurolépticos o las anfetaminas pueden servir de excitantes generales o enlentecedores generales que logren "centrarnos" en la apatía o en la excitación , pero me parece que ninguna de las opciones señaladas es deseable en situaciones normales)


¿Y qué circunstancias contribuyen a no estar centrados?

1. Tener nuestro cerebro instintivo demasiado excitado por necesidades básicas no cubiertas (hambre, sueño, ganas de ir al servicio...). Ejemplo: es difícil que un niño que no ha dormido bien, o que no ha almorzado, o que ha desayunado poco, se concentre...

2. Tener nuestro cerebro idealista demasiado excitado por asuntos que atrapan nuestra atención y nos hacen estar en las nubes, mientras ante nuestros ojos lógicos transcurre algo no tan interesante. Ejemplo: es difícil que un niño se concentre mientras rumia la injusticia de tener un castigo inmerecido, o mientras otros amigos le dicen cosas interesantes...

3. Tener nuestro cerebro idealista aburrido ante algo que transcurre frente a nuestros ojos lógicos que ya hemos comprendido a la primera, y que sin embargo se empeñan en repetirnos, o por algo que nuestro cerebro lógico no es capaz de comprender y se empeñan en hacernos interesante sin conseguirlo. 




¿Y qué podemos hacer para centrarnos cuando las circunstancias no lo ponen fácil?


Cuando como adultos queremos concentrarnos, podemos elegir entre relajar nuestro cuerpo y nuestra mente (poniendo la atención de esta última en nuestra imaginación/espíritu), o realizar una actividad que ocupe nuestra mente y atraiga al mismo tiempo nuestro espíritu sin excitar excesivamente el cuerpo. Otra es vaciar la mente espiritual (es decir, dejarla en blanco) centrando la atención de la mente lógica en las sensaciones corporales. 
También podemos hacer como algunas personas que logran hacer interesante lo tedioso, añadiéndole un ingrediente lúdico (se le llama gamificar).

¿Y en los niños?

Pues se puede intervenir a varios niveles:

Individual: Procurando que duerman y coman bien, enseñándoles a detectar sus estados de "desconcentración", y alguna técnica de relajación o de concentración (repetir mentalmente una frase, o contar, o rezar). Otra opción es reclamar al espíritu y el cuerpo gracias a la lectura de libros que les interesen (según gustos: dinosaurios, misterio, aventuras, Blyton, Stilton, Ende...) y en caso de ser necesario para aprobar asignaturas aburridas, la presencia de otra persona que apele continuamente a su mente (por ejemplo un profesor particular). Y animando a que saquen buenas notas en lo que sean diestros, y a que meramente aprueben en lo que sean "indiestros".

Familiar: Procurando que vivan un ambiente de seguridad básica (no gritos entre los padres, ambiente de justicia básica, afecto...). Facilitando que ejerciten talentos (los que les atraigan y hagan con destreza). No distrayendo su mente espiritual con anuncios intensos de premios enormes o castigos ominosos según las notas. Y facilitando que, por periodos cortos, sepan entrar en "modo militar" (eficacia, rapidez, ejecución de tareas propias y comunes), mediante una frase en tono sencillo y claro previamente anunciada.

Escolar: Procurando que se fomente un estilo calificador heterogéneo, que no se centre en lo puramente memorístico, y que busque modos de transmitir conocimientos de modo interesante y multidisciplinar (mira este enlace). Favoreciendo el suficiente gasto previo de la energía física que los niños necesitan liberar (aquí cabe mencionar lo absurdo del castigo que en algunos colegios se da a los niños inquietos, consistente en privarles del recreo, cuando precisamente ese breve rato de esparcimiento y recreación les permitiría volver a centrarse). Evitando poner juntos en clase a amigos habladores. Procurando que haya justicia y respeto (mira este enlace). Y entendiendo que hay niños más distraídos a los que se les va el santo cielo porque tienen las circunstancias vitales tan preocupantes o tan interesantes que su mente vuela a imaginarlas, o que tienen circunstancias vitales normales pero tienen una imaginación muy fértil y propensa a volar por su cuenta. 

En fin. Como en otras entradas, invito a los lectores a completar esta lista con aportaciones y comentarios, porque lo cierto es que vivimos muchas veces descentrados...

Edito: copio aquí un fragmento de un interesante blog llamado La brújula emocional

Hay cientos de nombres de grandes personalidades de las ciencias, las letras o la empresa a quienes se colgó la etiqueta de fracasados en el sistema educativo y que fueron expulsados de él. Ni Steve Jobs ni Bill Gates ni Mark Zuckerberg finalizaron sus estudios universitarios. Universidad que ni siquiera llegó a pisarAmancio Ortega, fundador y dueño de Inditex, obligado a abandonar sus estudios con apenas 12 años. Robert Darwin ya no sabía qué hacer con su hijo Charles, más interesado en recolectar insectos que en concentrarse en sus estudios de Medicina como venía dictando la tradición familiar. Einstein tuvo constantes problemas en el entorno académico por su reticencia a plegarse al autoritarismo de los profesores. Uno de ellos llegó a afirmar que aquel chico "nunca llegaría a nada". La madre de ThomasEdison (un niño curioso, inquieto y activo que hoy día habría sido etiquetado y medicado) sacó a su hijo del sistema y lo educó en casa tras enterarse de que su maestro lo consideraba "un caso perdido". Bernard Shaw definía a las escuelas como "prisiones donde se encierra a los niños para impedir que molesten a sus padres". Abandonó el sistema con 16 años, lo que no le impidió recibir el Nobel de Literatura, un Oscar y ser fundador de la London School of Economics.



jueves, 11 de junio de 2015

Las modas

Hoy quiero hablar sobre las necesidades psíquicas que se busca cubrir al seguir una moda. Y como es un campo poco conocido por mí (no sé ni la marca de ropa que gasto...), voy a empezar por echar un vistazo a la realidad.


En los seres vivos, existen cualidades atractivas (para el apareamiento, para el gregarismo) y repulsivas (para señalar que uno es venenoso, y por tanto no debe ser comido). Esas cualidades permiten a quienes las poseen generar un modo concreto de relación con su entorno. Como dichas cualidades son difíciles de mostrar directamente, a menudo la naturaleza ha adoptado un sistema de señales o signos de dichas cualidades (plumas vistosas, colores vivos, danzas, cantos...). 



Y a menudo, otros seres no tan bien dotados , han empezado a imitarlas para ser tratados como si tuviesen dichas cualidades.







En el género humano no es diferente. Si pensamos en el fenómeno de difusión de una moda, veremos que, además de algunas condiciones básicas (difusión de la información, disponibilidad a precio asequible) en las modas opera lo siguiente


1. Un deseo de mimetizarse (los que se sienten frágiles quieren no ser distinguidos de su entorno, como los insectos, o los adolescentes inseguros...). 






2. Un deseo de ser reconocidos como parte de una tribu (urbana o indígena) con cualidades deseables (ser homo géneo). En este caso, por su importancia social, el ser humano ha buscado formas externas que no sea fácilmente imitables, es decir, que exijan cierto tiempo de trabajo o dolor, para evitar los advenedizos: rastas que tardan años en crecer, labios agrandados con figuritas metálicas, agujeros enormes en las orejas, tatuajes en zonas sensibles, piercings dolorosos).




3. Un deseo de mostrar que se poseen cualidades singulares atractivas, que le hagan ser objeto de ad tención. La figura escuálida que chicas con baja autoestima buscan para parecerse a modelos, el coche potente que caballeros no tan "potentes" buscan lucir, o los labios de silicona que a modo de salchicha intentan imitar la carnosidad que dan los altos niveles de estrógenos...








                            





4. Una genuina adhesión inicial a lo atractivo de un hábito u objeto (las famosas modas cíclicas y efímeras de peonzas, yoyos, cromos, etc,) que luego sólo se mantendrá en proporción al valor real que aporte, y marcará tendencia (móvil smartphone vs móvil clásico, chilaba vs pantalones en zonas calurosas, democracia vs despotismo, etc...)





5. La admiración y el deseo de llegar a parecerse (ante los propios ojos, no ante los demás) a personas ejemplares o admirables (con más o menos fundamento, según los casos). Aquí hablamos de los adolescentes imitando el peinado de sus ídolos, o los sacerdotes de diversos credos, grupos, etc... cuando remedan con sus túnicas las de sus primeros líderes, o con sus diferentes tonsuras nos muestran las diversas calvicies incipientes o avanzadas de sus fundadores. 




La fuerza con la que se seguirán esas modas será proporcional a la importancia que les dé el sujeto (y eso a su vez dependerá de su estilo en esa etapa vital de búsqueda de afecto o validez, del valor genérico de cada moda, y de los recursos de ánimo y bienes disponibles para conseguirlo). 

¿Y la solución a las situaciones en que el deseo natural de imitar rebase lo razonable, y aparezcan conductas compulsivas de adhesión a las diversas modas? ¿Qué hacer cuando el legítimo deseo de integrarse, o de disfrutar de lo bueno que vemos en los demás, se transforma en Envidia, (el deseo desmedido por los medios que usan otros para lograr ambos fines, en lugar de ambicionar los fines mismos)? Pues el bálsamo de Fierabrás que explicaba en este enlace...